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Una mirada sistémica a nuestras relaciones entre pares

Hoy he decidido escribir algo sobre nuestras relaciones con los otros, poniendo el foco en cómo nos relacionamos, qué patrones repetimos una y otra vez y cómo podríamos crear nuevas maneras de relacionarnos observándonos a nosotros mismos.

Lo que he podido ver es que muchas relaciones fallan o nos cuesta que fluyan, y ponemos varias ideas en encontrarles una o varias causas: será porque no le intereso demasiado, estaré hablando mucho, por qué le va a importar lo que le digo, etc, etc.

Pero pocas veces sencillamente bajamos un poco el ritmo para observar realmente como nos estamos relacionando.

Bert Hellinger descubrió algunos principios que rigen las relaciones humanas, y uno de los más importantes es el Principio de la Compensación o Equilibrio entre el Dar y el Recibir.

Sin entrar en mucha teoría, lo que Bert descubrió es que en nuestras relaciones, tenemos la necesidad de compensar: Cuando recibimos, sentimos la necesidad de dar algo a cambio (necesidad percibida como culpa) y viceversa, cuando damos nos sentimos inocentes.

Entonces, una relación entre iguales, se logra cuando estoy dando y en la misma medida, estoy recibiendo.

A menudo sucede que le damos al otro más de lo recibimos, o incluso más de lo que este necesita, y aquí no se da una relación de igualdad, pues nos colocamos en una posición superior al otro. Este tipo de relaciones son coherentes en una relación padre-hijo o madre-hijo, pero no así en una relación entre iguales. Esto es así, ya que la única cosa que no podemos compensar, es La Vida. No hay realmente una manera de devolverles a nuestros padres la vida, pero si podemos hacer algo con ella, yaquí sería una manera de lograr un buen equilibrio.

También sucede al revés, que muchas veces recibimos, mucho más de lo que damos y así nos mantenemos pequeños, repitiendo un patrón infantil de recibir sin dar nada a cambio, y otra vez lo mismo: Ya el otro no es un igual, sino que se comporta como un padre o una madre. En este contexto, es difícil que nuestras relaciones fluyan y nos permitan un verdadero crecimiento y un tener en cuenta al otro y a nosotros mismos, como adultos, entre iguales.

Un lindo ejercicio para hacer en nuestras relaciones día a día, es hacernos las preguntas Cuánto estoy dando? Cuánto estoy recibiendo a cambio? Y tomarnos el tiempo necesario para observar la respuesta, sencillamente tomarnos el tiempo necesario para observar. A veces sucede que repetimos de manera automática patrones familiares aprendidos de niños, y lo trasladamos a nuestras relaciones de pareja y otros pares.

Pero como bien dijo un amigo una vez: “Las cicatrices que tenemos nos dicen de donde venimos, pero no hacia dónde vamos. Hacia dónde vamos implica una decisión que siempre tenemos la posibilidad de tomar.”

Esta es una simple invitación a observarnos a nosotros mismos, pues si nos permitimos tomarnos el tiempo de observar y sentir, también nos posibilitamos el estar más conscientes y desde aquí tomar decisiones que nos permitan seguir repitiendo viejos hábitos o animarnos a crear una realidad distinta.

Elina Grosso

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